domingo, 9 de mayo de 2010

El mercado de trabajo y sus diferentes enfoques


 

El mercado de trabajo y sus diferentes enfoques: el problema del desequilibrio


 

Los enfoques clásicos

La economía liberal clásica considera el trabajo como un factor más en el proceso de producción capitalista. No toma al trabajo como la fuerza motriz de cualquier economía, como la fuerza que produce los valores de uso que las sociedades necesitan sino que lo reduce, lo cosifica. Al aceptarse esta teoría, inmediatamente el análisis nos conduce al mercado de factores, donde la determinación del nivel de empleo va a estar dada por la interacción de la oferta y demanda de trabajo.

El pleno empleo es entonces la utopía, hacia la cual habría que caminar guiados por la mano invisible del mercado. Sin embargo, sabemos que esta mano no existe y las fuerzas del mercado no tienden al equilibrio.

Hay que recordar que este enfoque está implícito en las cuentas nacionales de los gobiernos, cuando se divide a la población en empleados y desempleados. Con los años la teoría económica ha integrado a su análisis otras categorías de acuerdo a las características de los empleos: el subempleo o el empleo precario. Esto por supuesto tiene que ver con la aceptación de una jornada laboral de ocho horas, la reglamentación de cierta protección mínima a los trabajadores y otras garantías logradas. Pero siempre el problema es un 'desajuste', algo no cuadra entre el obrero y la necesidad que tienen las empresas de su fuerza.

En esta determinación sencilla de una teoría laboral enmarcada en el análisis de mercados de competencia perfecta, quedan de lado las fluctuaciones de la demanda de los productos en las épocas de crisis económica, ante los cuales la primera respuesta de los empresarios es la reducción de la planta de trabajadores, también quedan fuera las dimensiones del poder fáctico dentro de los países y además, subestima los logros que han sido logrados por las luchas sindicales. Esto se debe a que cosifica y reduce al trabajador a un factor económico que entra y sale del proceso productivo sin alguna implicación económica y social. Además convierte a los trabajadores en competidores entre sí, en lugar de procurar la solidaridad y la cooperación dentro de la clase trabajadora y esconde la sustancia de la explotación explicada por Marx.

El enfoque de Marx es diferente. La fuerza de trabajo, no el trabajo, es una mercancía. Ésta se compra y se vende, pero es la única creadora de valor. El trabajador crea determinado valor (la mercancía) que, al realizarse (intercambiarse), le proporciona al burgués un valor en términos monetarios adicional al que el empresario ha pagado al trabajador: la plusvalía. La esencia del capitalismo es la ganancia, la generación y la acumulación de más y más valor. Esto hace que tanto el empresario como el trabajador entren en contradicción, cada uno defendiendo sus intereses. El interés del trabajador es sobrevivir puesto que no tiene medios de producción que le permitan contratar fuerza de trabajo y valorizar el dinero que invierte. Entonces trabaja, se limita a producir valores para otro y aceptar una remuneración a cambio para reproducirse materialmente él y su familia. Muchas veces su familia también es empujada a trabajar, debido a los aumentos de los precios y la rigidez de los salarios.

    El problema se da cuando llegan las crisis. A esto Marx le ha llamado crisis de subconsumo. Se da cuando la oferta de productos generados en la economía no pueden valorizarse, debido a que el consumo es menor al nivel de valores producidos. En este caso el empresario, por ajustar sus costos ante esta nueva realidad, comienza por hacer recortes, reducir jornadas, o lo que ha pasado en los últimos años, flexibilizar el mercado de trabajo. Es entonces cuando vienen los problemas de desempleo, subempleo y precariedad que hemos apuntado anteriormente.

Pese a que la teoría marxista ya había tenido su desarrollo, la teoría liberal evolucionó al marginalismo y provocó las ideas sobre la productividad del trabajo. Este enfoque permite considerar que el salario óptimo es igual a su productividad marginal. Esta visión va integrando otras variables al análisis del trabajo como la experiencia y la generación de mayores capacidades a través de la educación y el aprendizaje. Sin embargo, esta relación del obrero con la sofisticación del proceso productivo solo conduce al abaratamiento de su fuerza de trabajo.


 

Enfoques contemporáneos

Algunos autores, en la primera mitad del siglo XX, comenzaron a pensar que la educación de los trabajadores era determinante para un desplazamiento de la función de producción. Este descubrimiento es importante debido a que se logra establecer que la educación es un factor importante en el crecimiento de la economía (Carmona, 1992), lo cual permitiría mayor adaptabilidad a los cambios tecnológicos, según el enfoque evolucionista. Este enfoque es superado por Gimenez, que considera la capacidad de los trabajadores no solamente desde su incorporación a la educación formal, sino a través de un sistema holístico de generación de ventajas a los trabajadores.

Uno de los enfoques desarrollados recientemente se refieren a la dotación de `capital humano'. Éste relaciona la educación y el aprendizaje con el crecimiento económico. El concepto estudiado por Gimenez, establece dos tipos de capital humano de acuerdo a cómo se obtiene: el capital humano innato y el capital humano adquirido. Ante las brechas entre oferta y demanda de trabajo, que es lo que nos interesa, la forma de adquisición del capital humano indica el tipo de acciones necesarias por parte del Estado y por parte de los diferentes actores individuales y colectivos.

El capital humano innato es aquel que comprende aptitudes de tipo físico e intelectual, que pueden verse modificadas mediante cambios en las condiciones de alimentación y salud, mientras que el capital humano adquirido integra todas aquellas aptitudes que se generan a lo largo de la vida de las personas: educación formal, educación informal y experiencia acumulada, procesos que para las teorías contemporáneas de flexibilización laboral y 'autonomatización' (Coriat, 1993) y la necesidad de trabajadores polivalentes y multifuncionales (González, 2006), son indiscutiblemente necesarias.

Pero a la larga estas consideraciones riñen con el sistema capitalista de producción. Por un lado, porque en la lógica de minimización de costes y maximización de beneficios, un sistema puramente competitivo y libre, difícilmente puede integrar las diferentes dimensiones de libertad y capacidad humana necesarias para la realización de los trabajadores. Por otro lado, si la generación de estas condiciones (salud, capacitación por vías no formales, cultura, seguridad ciudadana, etc.) bajo la premisa de que el trabajo es una actividad realizadora del ser humano y valorizadora de la 'riqueza social' de un país, es asumida por el Estado, éste entraría rápidamente en contradicción con los intereses de las burguesías nacionales.

    Una de las reflexiones que genera el tema del capital humano es en qué medida los diferentes sectores y actores de las sociedades latinoamericanas, unas menos dotadas de capital humano que otras, puedan llegar al consenso necesario para implementar sistemas de salud, sistemas educativos y de formación profesional que promuevan una mayor productividad y, al menos teóricamente, una mayor remuneración a los trabajadores. Esta reflexión es capital cuando se conoce que un sistema productivo, una economía nacional, no decide soberanamente respecto a su estructura productiva (Neffa, s.f; Marini, 1977), este está amarrado a un sistema mundial a través de la división internacional del trabajo, y establece sus diferencias a través del poder económico y político, la generación y la difusión de la tecnología, el poder de los estados, la dotación de recursos, entre otros. Lo que hace pensar que la relación no es tan automática y que la senda trazada por ciertos países no puede ser seguida por otros, debido a su relación de conexión y dependencia. Además, la inserción de estas personas en el mercado laboral no depende solo de la oferta de trabajo, sino de su demanda. Aquí es donde entran en juego las decisiones sobre la estructura productiva de las economías y sus necesidades de mano de obra, los salarios de equilibrio, los mecanismos de poder y garantías adquiridas por los trabajadores y las trabajadoras, etc.


 

Enfoques latinoamericanos

En el continente latinoamericano destacan ciertos trabajos que surgen del debate sobre la teoría de la dependencia. Ésta busca llenar el vacío de la teoría del desarrollo convencional, por ser lineal y eurocéntrica, y deja de lado el desarrollo histórico de América Latina. Debido a los afanes imperialistas de algunos países europeos, América Latina ha sido caracterizada por la dominación y colonialismo, los vínculos dependientes a las economías centrales capitalistas se han reforzado y han cambiado de forma acorde a los patrones de acumulación mundial.

    Ruy Mauro Marini y Carlos Martins se apoyan teóricamente en categorías marxistas, las cuales son enriquecidas mediante el análisis del mercado mundial y la división internacional del trabajo.

Dentro del ciclo del capital, en la fase de adquisición de medios de producción la dependencia se hace latente a través de la adquisición y consumo de equipo, y por consiguiente, tecnología importada de los países centrales, cuya capacidad de generar adelantos técnicos ha sido estimulada por mayores inversiones públicas y privadas. Por sus riquezas naturales que desde un inicio sirvieron a las metrópolis europeas, América Latina se introduce al sistema mundial mediante la producción de materias primas, mediante Europa con la Revolución Industrial en marcha, se dedica a las manufacturas.

En la fase comercial posterior a la producción, si bien es cierto que el comercio supone el intercambio de equivalentes, el solo hecho que exista una división internacional del trabajo y la especialización productiva, permite que los países vendan sus mercancías a precios superiores a su valor, generando un intercambio desigual.

Un concepto que desarrollan estos autores ampliamente es el de superexplotación. Para comenzar, la economía latinoamericana produce para el mercado mundial, por lo tanto la capacidad de realización de su producción no depende de su capacidad de consumo. Esto no ocurre en los países centrales, en los que la poca capacidad adquisitiva de los trabajadores limitaría el consumo y por consiguiente, la realización de la producción mundial, ahí la acumulación se basa en la productividad del trabajo. Bajo esta lógica, en los países dependientes, donde los trabajadores no son productores y consumidores a la vez, la ausencia de determinado nivel de consumo del trabajador, no condiciona la realización del producto, que es enviado a los países centrales. «La tendencia natural del sistema será la de explotar al máximo la fuerza de trabajo del obrero, sin preocuparse de crear las condiciones para que éste la reponga, siempre y cuando se le pueda reemplazar mediante la incorporación de nuevos brazos al proceso productivo» (Marini). Así nace la categoría de superexplotación del trabajo.

A lo largo de la historia, el traslado de excedentes de los países dependientes a los países industrializados, se ha manifestado a través de la dependencia comercial (traslado de excedentes por la vía del intercambio desigual y la adecuación de la estructura productiva a la división internacional del trabajo), la dependencia financiera (por medio del pago de la deuda), la dependencia productiva (que es condicionada a través de los préstamos y la inversión extranjera directa) y la dependencia tecnológica (el pago de patentes y marcas y el uso de tecnologías producidas en el 'primer mundo') (Olesker, s.f).

Siguiendo este análisis, la forma que ha asumido la acumulación de capital a escala global y su apariencia en forma de globalización, ha provocado una articulación en torno a la economía estadounidense, cuyo principal motor según Olesker, es la exclusión de la mano de obra, para frenar la tendencia alcista de los salarios. Esta exclusión de la mano de obra es causa y condición de la acumulación capitalista, y reviste la forma de desempleo abierto o subempleo. Lo cual crea condiciones de fragmentación laboral y segmentación del consumo.


 

El carácter estructural y el carácter coyuntural del desequilibrio en los enfoques del mercado laboral

Los enfoques anteriormente desarrollados reflejan visiones completamente diferentes de un mismo fenómeno económico: el desequilibrio del mercado de trabajo.

La economía clásica liberal plantea que el mercado de trabajo actúa bajo el impulso de fuerzas libres que negocian una cantidad de horas de trabajo a cambio de una cantidad de dinero. Que cuando el precio es más alto o más bajo que el precio de equilibrio, no se logra vaciar el mercado y se generan brechas que se denominan 'exceso de oferta' o 'exceso de demanda'. El caso más generalizado es el exceso de oferta, que constituye la desocupación. Sin embargo, este enfoque nada aporta acerca de las razones por las que las personas entran en condiciones de desempleo. Su mayor utilidad se remite a el establecimiento de escenarios ideales que sirven de apoyo en la elaboración de modelos y la valoración de alternativas, o para conocer cómo reacciona una variable laboral ante cambios en la otra, pero no propone una explicación de las causas profundas, referidas al ámbito de producción y consumo, por las que se da este desequilibrio.

    Las conclusiones a las que llegó Marx habían exigido un análisis de mayor profundidad, ya que buscaba explicar los mecanismos con que opera la economía capitalista. Al devolverle al trabajo la importancia que merece dentro del sistema productivo, sienta las bases para un análisis más estructural de las causas de las crisis, la desocupación, los bajos salarios y la precarización de la clase obrera.

    El enfoque del capital humano realiza un análisis sobre dotación de capacidades dentro de la fuerza laboral de los países. Éste puede tomarse como un enfoque parcializado. Pretende atribuir el problema del desajuste en el mercado de trabajo a un problema de educación o adiestramiento para la producción, cuando los problemas de América Latina no son de dotación en recursos. Si bien es cierto que los obreros primermundistas, por su cercanía con las nuevas tecnologías saben adaptarse más rápidamente a los cambios, el problema del desempleo debe partir de un enfoque dialéctico, apoyado en la evidencia histórica, tal como lo plantea el último enfoque.     

    La respuesta de Mauro Marini a la pregunta por el desempleo y el descuido en materia laboral en nuestros países es la superexplotación, el intercambio desigual y la división internacional del trabajo. Lo cual constituyen sistemas que articuladamente ejercen dominación sobre la fuerza viva de la producción capitalista: los trabajadores.


 

Coyuntural

(enfoque liberal y de capital humano)

Estructural

(teoría marxista y enfoque latinoamericano de la dependencia)

Desempleo

Desde la perspectiva liberal, el desempleo es un problema de ajuste que se resuelve en términos de fuerzas de mercado. Desde el enfoque del capital humano cabe la posibilidad de pensar el desempleo como una carencia de determinadas economías o individuos de la calificación que requieren las empresas, puede permitir que se culpe a los mismos trabajadores individuales por esto.

Bajo el enfoque marxista el desempleo es inherente al sistema capitalista, está explicado por su misma esencia. El obrero debe luchar políticamente por sus demandas. Bajo el enfoque de la dependencia se visibilizan dos desempleos: el de los países centrales y el de los países periféricos

Subempleo

El subempleo tiene sentido bajo esta lógica por que ya existe una normativa laboral dentro de los países que establece salarios mínimos y jornadas laborales. Algo que logró la lucha sindical en los diferente países, pero no lo hizo la teoría económica desde la academia.

Dentro de la perspectiva marxista las consideraciones sobre el subempleo caben en la medida que se considera al salario como una relación social y la retribución a una parte nada más de la riqueza generada por el trabajador. Ya sea porque no se paga un salario determinado, o porque no se le hace trabajar jornadas completas a los trabajadores, este concepto cabe dentro de la misma explotación.

Precariedad

El trabajo precario tiene explicación teórica ahora que muchos autores están trabajando sobre la flexibilización del mercado laboral y la necesidad de un 'trabajo decente'.

La precariedad puede explicarse bajo la teoría marxista en la búsqueda por parte del capitalista de mayores tasas de ganancia, y desde el enfoque de la dependencia en la superexplotación del trabajador en las economías dependientes.


 

Las alternativas ante el desequilibrio

Los enfoques más coyunturales sobre el desempleo, subempleo y precariedad, promueven políticas de emergencia, mientras que las estructurales deben orientarse a generar más empleos productivos. Una de las alternativas que se encuentra basada en la consideración del problema del trabajo en un escenario de 'libre concurrencia' tiene que ver con la apertura de parte del Estado de agencias de colocación de empleo. Estos mecanismos nada más ayudarían a acercar a los oferentes de trabajo a la posibilidades de empleo, sin ninguna vigilancia sobre la calidad del mismo.

La certificación de los empleados y los institutos de formación profesional también pretenden bajo esta lógica acercar las calificaciones de los empleados al tipo de calificaciones que el mercado de trabajo requiere. Esto somete a los trabajadores a la libre competencia y son sus habilidades las que decidirán su futuro, haciendo caso omiso de la rigidez de los salarios y del poder del que gozan las empresas de establecer salarios bajos a pesar de la calificación de la fuerza laboral, gracias a la gran cantidad de obreros desempleados que se encuentran afuera del mercado esperando una oportunidad (EIR). Sin embargo, es una política mucho más activa que las anteriormente explicadas agencias de empleo, puesto que incide de alguna manera con el mejor aprovechamiento de las fuerzas productivas disponibles.

Posteriormente, al verse imposibilitados los gobiernos de países con economías heterogéneas como El Salvador, a tener suficiente demanda de empleo, comenzaron una campaña por aumentar el 'emprendedurismo' en la población y el autoempleo, bajo la premisa que 'uno crea su propio trabajo'.

También cabe destacar la participación del Estado a través de mecanismos macroeconómicos como la política fiscal y la regulación del gasto. Las políticas pasivas tendrían que ver con el otorgamiento de cuotas como Red Solidaria en El Salvador. Pero también está encargado de fortalecer los Ministerios y los programas de formación profesional, así como puede ejercer la política fiscal para premiar aquellos sectores y empresas con buenas políticas laborales. En el ámbito normativo es de su responsabilidad emitir leyes y fortalecer las condiciones de los trabajadores en pro de un bienestar mayor. Esta última perspectiva fue utilizada durante los años del llamado Estado de Bienestar, cuya acción en los países latinoamericanos tuvo objetivos contrainsurgentes.

Ahora, el nuevo paradigma técnico-productivo ha empujado hacia la desregulación y el Estado ha tenido un papel de defensor de los derechos de las empresas, sobre todo las transnacionales, en el sentido práctico. La inversión extranjera directa, que debería estar mejor regulada por el Estado, no es capaz de establecer requisitos de desempeño en materia laboral. Dentro de las fronteras nacionales los abusos de las empresas transnacionales son inquietantes, pero el Estado pierde cada vez más su capacidad de sancionar estas prácticas.

Desde los enfoques estructurales, sobre todo desde los enfoque latinoamericanos de la dependencia, puede esperarse una mayor participación del Estado en la garantía de los derechos laborales, debido al necesario rescate de la soberanía de los pueblos. Siempre, tendría que estar implícita una mayor calificación en el ámbito científico técnico y mayores inversiones en investigación, para poder hacer un mayor aprovechamiento de los avances técnicos y a la vez, procurar las herramientas necesarias para apropiarse del desarrollo científico. Esto nada más puede realizarse con voluntad política y el apoyo y solidaridad entre pueblos que buscan establecer sus reglas en su propia casa.

La coyuntura es difícil porque la desarticulación de los aparatos productivos y los aparatos estatales en los países ha sido nefasta, gracias a las últimas políticas de privatización, pero la toma de conciencia de la ciudadanía de Centroamérica y Sudamérica debe apoyar el esfuerzo.


 

El rol protagónico del mercado

El poder económico avanza con el objetivo de recuperar sus tasas de ganancia. Esto ocurre desde los años noventa en la mayoría de países latinoamericanos. La exclusión generada por el sistema capitalista mundial es inherente a su desarrollo y sus recurrentes crisis han provocado 'salidas' que impactan la calidad del empleo, la intensidad del empleo y la flexibilizaciones internas y externas de los mercados de trabajo de todo el mundo.


 

La flexibilidad laboral empresarial puede ser, en una primera división fundamentada en Coller, Atkinson, Strececk; interna y externa. La flexibilización externa entra en juego cuando la empresa, para adaptarse a las fluctuaciones de la demanda, debe echar mano de la subcontratación a otras empresas. Por otro lado, cuando los directivos de las empresas deciden "formar a su personal para la adaptabilidad y la polivalencia" [González, 2006], estamos hablando de la flexibilidad interna.

    También existe otra división defendida por Atkinson y otros. Esta define la flexibilidad numérica como aquella capacidad de la empresa para maniobrar con el número de trabajadores, la intensidad del trabajo o el número de horas laborales que incorpora la unidad a la producción para lograr el óptimo; y la flexibilidad funcional que se refiere a la adaptabilidad interna en la organización empresarial, la calificación y polifuncionalidad de los trabajadores, con el fin de abastecer el mercado de la forma más efectiva posible.

    Boyer asume la flexibilidad interna como aquellas diferentes modalidades en la relación salarial y los aspectos de la capacidad del trabajo, como la polifuncionalidad, el uso de tecnologías, el trabajo en equipo y el otorgamiento de mayor poder de decisión a los obreros. Para este autor, la flexibilidad externa es referida nada más a aquellos aspectos vinculados a los ajustes del mercado.

     Tanto unos como otros enfoques de la flexibilidad tratan el tema con la preocupación de disminuir los costos laborales, por la vía de la intensificación de la jornada laboral (hacer más en determinado tiempo) o por la incorporación de trabajo cualitativamente diferente. Además, los ajustes y desregulaciones en términos laboral-jurídicos tienen ese objetivo directo, como un incentivo a las empresas, y según se plantea desde los países dependientes, a la inversión extranjera.

También hay que destacar, desde un punto de vista teórico, la teoría de la ventaja competitiva porteriana que apunta, para empezar, a desvincularse de la teoría laboral del valor, indicando que en cualquier parte de la cadena ciertos vínculos relacionales y ciertas prácticas administrativas crean valor. Además, es una justificación para la deslocalización de ciertos eslabones de la cadena productiva de las empresas transnacionales, asegurando el aprovechamiento de los recursos naturales y laborales de los países empobrecidos.

En El Salvador existe un ejemplo tangible. La empresa atunera CALVO, española, vulnera los derechos laborales de las personas que trabajan en su planta, en las costas de La Unión. La mayoría de trabajadoras son mujeres, se les restringe el acceso al servicio sanitario; las largas jornadas que se realizan; se permite la sindicalización, pero la empresa promovió un sindicato proempresarial y cuando las trabajadoras y trabajadores no se sintieron representados y crearon su sindicato alternativo han sido hostigados; hace poco también ha sido conocida un caso de intoxicación masiva por mal uso de líquidos para limpieza de la maquinaria; se utiliza la máquina de detección de mentiras de manera masiva, entre otros. Esto contrasta con el respeto que le otorgan a los derechos laborales en sus establecimientos en España.

Además pueden rescatarse los Centros de Llamada, que operan desde los edificios salvadoreños donde antes se encontraban las empresas públicas, contratando a jóvenes en horarios rotativos, lo cual no permite que ellos puedan seguir estudiando una carrera universitaria o técnica. Dichos jóvenes, por el mismo desajuste en el mercado de trabajo, trabajan por bajos salarios sin respeto a sus derechos de horas extras, de forma intensiva, con permisos de quince minutos para almorzar y cinco minutos para levantarse al servicio sanitario.

Estos casos evidencian lo que la teoría sobre la flexibilización laboral argumenta.


 

Desarrollo dependiente y precarización del trabajo en la fase actual de la economía mundial


 

Analice críticamente la siguiente afirmación sobre los impactos de la globalización neoliberal sobre el mercado de trabajo:


 

«El actual patrón de acumulación de capital dependiente neoliberal-exportador abre de par en par sus fronteras económicas al capital internacional en un marco de desmantelamiento del fordismo y del Estado keynesiano. La superexplotación del trabajo articula los paradigmas del trabajo en el capitalismo mundializado. La consecuencia de esto es el aumento del desempleo y la competencia inter-obrera en todo el mundo y la extensión de la precarización, de la superexplotación del trabajo y la exclusión social»


 

Un verdadero cambio, un cambio profundo, denota una crisis. Duménil y Levy [2004] aseguran que la causa de la crisis de los años setenta, la misma que produjo la aparición del neoliberalismo, fue el descenso de la tasa de ganancia. Esta crisis, a su vez, propició el ajuste, la salida de crisis, con implicaciones en términos de empleo: "la enorme ola de desocupación que aumentó durante la segunda mitad de los años setentas, constituyó una poderosa palanca para la retoma del control del costo de trabajo".

Dicha crisis trató de contrarrestarse en los países centrales a través de extracción de mayor plusvalía relativa con la ayuda de nuevos métodos productivos derivados de la tercera revolución científico-técnica. Los nuevos descubrimientos técnicos trasladaron los ejes de acumulación hacia la biotecnología, las tecnologías de la información, nuevos materiales, robótica, etc., impulsando mayor crecimiento.

    En los países dependientes esta situación evidencia una mayor precarización debido a que el uso de las nuevas tecnologías es casi nimio, por lo tanto la extracción de plusvalía relativa no puede ser liderada por la incorporación de tecnología de punta, sino por la superexplotación del trabajo [Martins, 1999].

    La regulación por parte del estado se ha desmontado y la "rigidez" otorgada por los contratos laborales a largo plazo, que garantizan la estabilidad de los trabajadores, se ha intercambiado por esquemas de flexibilidad y polivalencia. Anteriormente el Estado de Bienestar fue una institución creada con el fin de que la sociedad realice las necesidades del capital en materia de consumo. Esta capacidad para consumir había sido socavada por la crisis económica de 1929. Ante esto, se procuró establecer una relación directa entre el salario nominal y el costo de la vida, para garantizar el consumo de los asalariados y la consecuente realización de la producción industrial capitalista. Además, el salario mensual estuvo apoyado por prestaciones sociales e instituciones jurídicas que garantizaron la reproducción de la fuerza de trabajo [Milano, 1997]. La sindicalización y la negociación colectiva fueron modalidades legítimas y reconocidas para esta época y una fuerza determinante en el logro de las garantías.

    La superexplotación es un concepto vigente pues la debilidad de los Estados de los países empobrecidos y el poder de las empresas transnacionales como órganos supranacionales permiten un aprovechamiento de la fuerza laboral mediante salarios bajísimos e impensables en los países centrales —este fenómeno se expresa a la aprobación por parte de los Estado de tratados bilaterales de comercio y la firma de acuerdos supranacionales que compromete la estructura de sus economías puesto que se encuentran por encima de la ley secundaria de los países— a pesar de que los patrones de consumo, por los procesos culturales que se viven en la llamada globalización, permiten ahora cierto consumo que antes era propio de los trabajadores primermundistas y las elites tercermundistas. Las privatizaciones, cuyos actores son empresas transnacionales que llegan a los países a prestar servicios que antes eran públicos, han encarecido la canasta básica y la canasta de mercado. La telefonía, la distribución eléctrica y ahora el comercio al detalle ejercido por cadenas transnacionales como Wal Mart, ejercen una presión en los precios y hacia la pérdida del poder adquisitivo de los salarios. En el siguiente cuadro se evidencia el poder económico de las transnacionales, cuyas ventas superan el PIB de muchos países:


 

Tomado de: Hernández Zubizarreta, Juan. Las empresas transnacionales frente a los derechos humanos. La historia de una asimetría normativa. OMAL/Asociación Paz con Dignidad. España, 2009.

    Según Hernández Zubizarreta solamente Wal Mart, que se dedica al comercio minorista y es una de las firmas con varios supermercados en El Salvador, tuvo un ritmo de crecimiento de 111.6% entre los años 2006 y 2007.

Los efectos, sin embargo no solo han sido nocivos para los países dependientes, los efectos de la última manifestación de la crisis en el año 2008, han demostrado para este año la evolución de tasas de desempleo de hasta dos dígitos en países europeos. Duménil y Diego Guerrero han documentado la evolución de los salarios en los países centrales. Para marzo del año 2010, el desempleo en España supera el 18% (Valle Baeza, 2010).

A manera de conclusión

El trabajo es el único factor económico creador de valor. El aumento de trabajo muerto que los medios de producción y las materias primas trasladan a las mercancías plantea problemas de sostenibilidad del sistema tanto para trabajadores como para los capitalistas mismos. Asimismo la actividad de las transnacionales en los países del sur, explotando los recursos minerales, naturales y explotando también a los trabajadores 'ercermundistas' exigen la incorporación de diversos tipos de

    Dentro de los enfoques estudiados hay varios maneras de paliar la situación y manejar desde los Estados las variables laborales, sanitarias y educacionales de manera de procurar una vida digna para nuestros países, sin embargo, es conveniente evaluar la sostenibilidad a largo plazo de estas políticas.

    Además, es necesario rescatar la soberanía nacional y restaurar el poder de los pueblos no desde una perspectiva jerárquica y de la democracia representativa, sino a partir de una democracia real y participativa.


 


 


 


 

Referencias Bibliográficas


 

  1. Instituto Cuesta Duarte. "Manual de Economía", capítulo de Economía Laboral.


 

  1. Neffa, Julio C. "Crisis y emergencia de Nuevos Modelos Productivos", CEIL/PIETTE, Argentina.


 

  1. Marx, C. Trabajo Asalariado y Capital.


 

  1. Marini, Ruy Mauro. "El concepto de trabajo productivo", Nota metodológica.


 

  1. Marini, Ruy Mauro. "Ciclo de capital y sus formas en las Economías dependientes".


     

  2. Marini, Ruy Mauro. "Dialéctica de la dependencia".


     

  3. Martins, Carlos Eduardo. "Superexploração do trabalho e acumulação de capital: reflexões teórico-metodológicas para uma economia política da dependência".


 

  1. Olesker, Daniel. "Las formas nuevas y viejas de la explotación de la fuerza de trabajo y las formas nuevas y viejas de organización de la clase trabajadora".


 

  1. Ramos, Carlos Alberto. "Las políticas de empleo en los países del MERCOSUR, 1990 – 2003 El caso de Brasil".


 

  1. Notaro, Jorge. "Las políticas de empleo en los países del MERCOSUR, 1990 – 2003 El caso de Uruguay".


 

  1. Lanari, María Estela. "Las políticas de empleo en los países del MERCOSUR, 1990 – 2003 El caso de Argentina".


 

  1. Sotelo Valencia, Adrián. "Flexibilidad regresiva y tendencias del trabajo en la mundialización del capital", REDEM.


 

  1. Olesker, Daniel; Azar, Paola. "La precarización laboral como concepto y su desarrollo en el Uruguay de los 90".


 

  1. González, María Candelaria. "Flexibilización de las relaciones laborales: una mirada teórica posfordista".


     

  2. Yañez, Sonia. "Consideraciones sobre flexibilidad laboral planteadas desde una mirada de género".


 


 

  1. Rodríguez, Juan Manuel. "Algunas alternativas de políticas de empleo en países desarrollados", capítulos I y II.


     

  2. Instituto Cuesta Duarte. "Políticas Activas de empleo: propuesta para transformar el mercado de trabajo" ICD-PIT-CNT Uruguay.


     

  3. Carmona, Antonio Miguel, Economía e Innovación. España, Biblioteca Universitaria, 1992.


     

  4. Gímenez, Gregorio. La dotación de capital humano en América Latina. Chile, CEPAL, 2005.


     

  5. Coriat, Benjamín. Pensar al revés. Trabajo y organización en la empresa japonesa. Siglo XXI editores.


     

  6. Hernández Zubizarreta, Juan. Las empresas transnacionales frente a los derechos humanos. La historia de una asimetría normativa. OMAL/Asociación Paz con Dignidad. España, 2009.


 

  1. Valle Baeza, Alejandro. Tomado de: http://crisis-economica.blogspot.com/2010/03/el-desempleo-en-espana-continuara.html


     


 


 

martes, 25 de agosto de 2009

Advierten sobre nueva crisis tras leve recuperación *

Washington, 24 de agosto.— El profesor de la universidad de Nueva York, Nouriel Roubini, alertó hoy sobre la debilidad de la recuperación económica por existir grandes riesgos de una nueva crisis tras la leve reanimación.

El economista estadounidense expuso varias razones que podrían empañar la aún endeble recuperación económica, en España, Estados Unidos, Italia y otros miembros de la zona euro, donde consideró que los brotes verdes aparecen mezclados con nubarrones.

Para los casos de Australia, Alemania, Francia y Japón y otras economías emergentes como China, Brasil y algunas regiones latinoamericanas consideró que la reactivación y el crecimiento comenzaron.

Entre los riesgos, destacó la debilidad del mercado laboral, el desempleo se situará por encima del 10 por ciento en 2010, lo que constituye una mala noticia para la demanda, la morosidad bancaria y la propia competitividad de los trabajadores y su productividad.

Agregó a los peligros una crisis de insolvencia, no solo de liquidez, sino también de las instituciones financieras, socializadas e incorporadas a los balances de los gobiernos.

Esas condiciones limitan la capacidad de los bancos para realizar préstamos y reactivar el gasto de los hogares y la inversión de las compañías, precisó.

Roubini señaló que el sistema financiero ha resultado severamente dañado y las entidades financieras tienen grandes requerimientos de capital tras perder miles de millones de dólares.

A ello se suma, señaló, la baja rentabilidad de las empresas como consecuencia de elevadas deudas, bajo crecimiento y presiones deflacionistas que lastrarán su productividad y capacidad para invertir y generar empleo.

Advirtió además que en la salida de los estímulos fiscales y económicos es un riesgo recortar déficit, aumentar impuestos, recortar gastos y disminuir exceso de liquidez, lo que podría quebrantar la recuperación y llevar a la economía hacia un proceso de recesión más deflación. (PL)

* Tomado de Granma (http://www.granma.cubaweb.cu/2009/08/25/interna/artic09.html)

martes, 4 de agosto de 2009

NOTAS SOBRE LA DOTACIÓN DE CAPITAL HUMANO EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE DE GREGORIO GIMÉNEZ

El concepto de capital humano

El concepto de capital humano nace a partir del reconocimiento que se hace en los años sesenta de la importancia económica que tiene la educación. Desde entonces, se establece un vínculo teórico bastante fuerte entre educación formal y acceso al trabajo, mayor productividad y mayor salario. En 1949, Giriliches, consideró como determinante para una función de producción, la educación de la mano de obra, mediante lo cual logró establecer que la educación es un factor importante en el crecimiento de la economía (Carmona, 1992). Dicha calificación permitiría mayor adaptabilidad a los cambios tecnológicos, según el enfoque evolucionista.

Ahora el capital humano es visto desde una perspectiva menos unidimensional, tomando en cuenta aquellos factores que se generan fuera del ámbito económicamente visible de las sociedades. El potencial productivo de la fuerza laboral integra variables tanto educativas, como de salud, cultura, aprendizaje no formal; que quedan fuera del análisis tradicional.

Lo cierto es que el establecimiento de un sistema de salud que no garantice cobertura plena y de un sistema de educación que se mantenga lejos de los niveles de exigencia medios de los sectores más dinámicos de la economía, permitiría, teóricamente, bajos niveles de empleo, productividad, y remuneraciones. Asimismo, la familia es la principal transmisora de valores en la sociedad. El ser humano es un ser social y como tal, su reproducción como fuerza productiva es determinada por variables que van más allá de la economía y la reproducción material. El trabajo es un proceso creativo y valorizador que el ser humano ejerce sobre la naturaleza, por lo tanto, la tecnología y la información con que se cuente, tiene influencia sobre la calidad y el valor del producto terminado.

Ante esta visión multifacética, el autor propone dos vías para la determinación del capital humano: el capital humano innato, y el capital humano adquirido. El capital humano innato se refiere a las aptitudes físicas e intelectuales que pueden verse afectadas por las condiciones socio-económicas de las personas. Esto aporta una reflexión muy importante en tanto que la causa de las diferencias en la dotación de recursos humanos y su calidad, no es natural (genética), sino que se refiere a aquellas condiciones que permiten desarrollo de las personas (disponibilidad de salud, educación, información, etc.).

Por su parte, el capital humano adquirido, son aquellas aptitudes que se generan a lo largo de la vida de las personas: educación formal, educación informal y experiencia acumulada. De esta manera se pueden integrar al análisis procesos importantes como el aprendizaje en la práctica y la formación autodidacta, la experiencia profesional y la pericia.

Todas estas variables, al constituirse en cualidades concretas de las personas, las hacen aptas para determinados trabajos. Ahora, la inserción de estas personas en el mercado laboral no depende solo de la oferta de trabajo, sino de su demanda. Aquí es donde entra en juego las decisiones sobre la estructura productiva de las economías y sus necesidades de mano de obra, los salarios de equilibrio, los mecanismos de poder y garantías adquiridas por los trabajadores y las trabajadoras, etc.

Las mediciones de capital humano

En el concepto de capital humano innato, como de lo que se trata es de medir las disparidades en las condiciones de salubridad, se toma como indicador la esperanza de vida. Este indicador presenta la ventaja de ser la síntesis de las condiciones de salud de las personas a lo largo de su vida, y tener datos disponibles para la mayoría de países.

Para el capital humano adquirido, como ha de tomarse en cuenta tanto la educación formal como la educación informal y la experiencia, se elaboran varios indicadores. De ellos, la educación formal se evalúa a partir de los años medios de estudio, aplicando el procedimiento de Barro y Lee. A partir de esta condición, que casi siempre es utilizada como un indicador de desarrollo, se le suma el capital humano adquirido por la vía de la educación informal. Esto es debido a que la educación informal incorpora capacidades y calificaciones que diferencian a la fuerza de trabajo, y le otorgan una mayor productividad.

La educación formal depende del acceso a aquellos medios de información disponibles para la persona, dentro o fuera del hogar. En este sentido, se elabora un indicador tomando en cuenta el papel utilizado para fines culturales, el número de radios, televisores, computadoras, etc. Esto, unido a la consideración de la tasa de fecundidad, en su relación inversa con los recursos disponibles dentro de las familias, para la educación informal, configura un perfil de recursos y capacidades incorporadas a la dotación del recurso humano en cada país.

Finalmente, la experiencia adquirida en el trabajo está contemplada al integrar al análisis la edad media de incorporación al mercado de trabajo, con la sustracción de aquellas personas que realizan trabajo infantil.

A partir de esta información se elabora un indicador sintético integrando todas las variables consideradas como relevantes para el análisis de las dotaciones en capital humano de los países. De esta manera se supera la información generada a través de otros indicadores, como los años medios de estudio (AME); el cual mostraba solo un componente determinante del capital humano. Ahora sabemos que la medición del capital humano debe hacerse mediante un análisis multifactorial.

El problema con la medición de los factores de esta propuesta, es que muchos de ellos no son los únicos que podrían evaluarse a la hora de determinar las capacidades del ser humano en su actividad económica. Por ejemplo, se podría integrar la ingesta alimentaria promedio, el uso de tecnologías, las publicaciones científicas, la difusión de información libre, etc. Ya que el acceso a gratuito a los servicios, sistemas de salud, educación, información, redes sociales, institucionales etc., son parte de un entorno que posibilitaría una mayor calificación laboral. En este sentido, la disponibilidad de los recursos no es igual al uso que se hace de él. El limitante aquí sería la falta de información en algunos de los países.

Relaciones causales entre mayor nivel educativo y acceso a empleos y mejores salarios

El Informe de Desarrollo Humano publicado por el PNUD en el año 2008, se titula Informe de Desarrollo Humano El Salvador 2007-2008, El empleo en uno de los pueblos más trabajadores del mundo. En este documento, uno de los principales hallazgos es que el mercado laboral salvadoreño se comporta de manera inversa a la teoría. Según los textos de economía, un mayor nivel de educación aumenta la capacidad de acceder a empleos; sin embargo, la evidencia empírica en El Salvador muestra todo lo contrario: los tramos con mayor nivel educativo muestran tasas más altas de desempleo.

En 1992, las trabajadoras con siete a nueve años de estudio aprobados registraban una tasa de desempleo de 10.6%, mientras que, para quienes carecían de escolaridad, la tasa correspondiente era de 5.7%.

En 2006, la tasa de desempleo de las mujeres con diez a 12 años de estudio era 3.1 veces superior a la tasa de quienes no contaban con ningún estudio. Desde 2000, más del 50% de las mujeres desocupadas se han concentrado en el segmento que ha obtenido mayores logros en materia de educación (IDH 2007-2008, pag. 63).

Figura 1
Tomado de: IDH 2007-2008, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

Para El Salvador, el gráfico presentado por el PNUD, muestra una distribución casi homogénea del desempleo en diferentes tramos de la población según su nivel educativo en 1992. Para el año 2006, estos tramos muestran mayor asimetría en los mismos estratos, evidenciando tasas menores de desempleo en los primeros grupos. Además, la desagregación realizada según género, muestra que la población femenina salvadoreña tiene mayores oportunidades de empleo en relación a los hombres.

Otra situación laboral ligada a la educación formal se esconde a partir de las desigualdades de género. En El Salvador se muestra que la matriculación de mujeres es mayor en carreras como enfermería, sicología, nutrición, educación, fisioterapia y comunicaciones; en cambio los hombres muestran altos niveles de matriculación en carreras como ingeniería eléctrica, ingeniería en computación, ingeniería industrial e ingeniería mecánica (Martínez, 2006). Lo anterior constituye una muestra de la extensión de los roles de género asignados en la familia, hacia la actividad económica y limita los salarios obtenidos.

Las mujeres tienden a ubicarse laboralmente o empresarialmente en actividades económicas de menor productividad e ingresos, y que reciben una menor valoración y reconocimiento a nivel social. Esto es más visible al contrastarlo con el hecho que en general, los salarios de las mujeres han sido 25% inferiores que el de los hombres, para el periodo 1991-2003 (Martínez, Íbidem).
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), afirma en su documento Transformación productiva y equidad en América Latina, que, si bien teóricamente, un mayor nivel educativo permitiría un mejor aprovechamiento de las nuevas tecnologías disponibles, la evidencia muestra todo lo contrario, por lo que propone que los esfuerzos en el mejoramiento de la cantidad y calidad de educación deben ir aparejados a la transformación y la diversificación productivas.


Motivaciones para un proceso consensuado de inversión en capacitación de recursos humanos

El desarrollo económico debe ser un tema de interés nacional y exige la existencia de políticas sólidas en materia educacional. Desde muchas plataformas se afirma que la globalización y los cambios de paradigmas productivos representan oportunidades para la inserción al mercado internacional y a la generación de exportaciones con alto valor agregado. Sin embargo, es conocido que la especialización productiva entre los países no permite que los países subdesarrollados accedan a la producción de bienes ganadores, que tienen mayor contenido tecnológico. Estos bienes, que exigen mayor nivel de educación y mayor capacidad para acceder a tecnologías, suponen la existencia de mecanismos y sistemas que garanticen la educación y la información.

En El Salvador, a pesar de los logros en materia de educación, existen moderadas tasas de desempleos y altas tasas de subempleo. Durante los años noventa, cuando comenzó el proceso de liberalización comercial y promoción de inversión extranjera, se intentó dar un mayor dinamismo a la industria manufacturera en el esfuerzo de la producción de bienes transables. Esta industria, como sabemos, requiere mano de obra de baja calificación, mayoritariamente femenina, y a la cual se le paguen bajos salarios.

Las mejoras en la productividad dependen de la destreza y del uso de tecnologías, las cuales necesitan mayores niveles de educación para la adaptación rápida a las nuevas tecnologías. Un aumento en productividad no necesariamente conduce a mejoras en los salarios: a pesar de que relativamente la fuerza de trabajo incremente la plusvalía, los salarios no se incrementarán en tal medida. Sin embargo, puede ser que la fuerza laboral esté dispuesta a hacer tales mejoras.

Mejorar el nivel educativo y la calidad en la educación y formación informal, solamente puede ser impulsada desde políticas públicas que generen consenso y un esfuerzo de varios sectores para una integración a nivel macroeconómica, microeconómica, meso y metaeconómica de los esfuerzos. Esto exigiría que los trabajadores hagan suyo el compromiso por el aumento de la productividad de los sectores, a través del aprendizaje y la educación, con la consecuente mejora en los salarios; y la comprensión por parte de los empresarios de que un esfuerzo como tal, aumentaría su productividad.

Como se ha visto en Marx, a simple vista puede decirse que los intereses económicos de asalariados y empresarios, converge; sin embargo, mediante el simple análisis de una función de beneficios, es posible establecer el antagonismo de intereses de ambas clases.




Bibliografía

Carmona, Antonio Miguel
1992 Economía e Innovación. España, Biblioteca Universitaria

Comisión Económica para América Latina
2008 La transformación productiva 20 años después. Viejos problemas, nuevas oportunidades. Chile, CEPAL.

Gímenez, Gregorio
2005 La dotación de capital humano en América Latina. Chile, CEPAL.

Martínez, Julia Evelyn
2006 Perfil de género de la economía salvadoreña. San Salvador, AGEM-PNUD/ASDI.

Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo
2008 Informe de Desarrollo Humano El Salvador 2007-2008. El empleo en uno de los pueblos más trabajadores del mundo. San Salvador, PNUD.

Ray, Debraj
1998 Economía del desarrollo. España, Anthony Bosch, editor.

jueves, 23 de julio de 2009

Sobre El concepto de trabajo productivo. Notas metodológicas de Mauro Marini

El trabajo productivo, por el énfasis que Marx hacía en el sector industrial, se asocia generalmente al trabajo ubicado en esta rama, debido a que en ella se producen bienes tangibles, en los que el trabajador obra sobre una materia prima, conformando un objeto de mayor valor. Hoy en día, se reconoce la generación de algunos servicios como un proceso de valorización del capital, sobre todo porque muchos de las trabajadoras y trabajadores generan plusvalía a través de un ciclo capitalista productivo. La solución a esta controversia es de vital importancia, sobre todo, por que al menos en El Salvador, desde los años sesenta se constata una creciente terciarización de la economía, lo que promovería el desplazamiento de los obreros de ramas industriales hacia los sectores de prestación de servicios.

Marini explica que a partir de la exposición de la subsunción del trabajo al capital, en el Libro 1, se considera que la cooperación simple revela el carácter social del trabajo. Sin embargo, en la industria, el proceso productivo se va dividiendo y basando en un conjunto de simples tareas articuladas. A este nivel de desarrollo industrial, también ocurre la especialización en áreas técnicas dentro de los talleres, lo que conduce a la diferenciación y jerarquización. En el desarrollo actual de las herramientas técnicas e informáticas, este proceso esconde la proletarización de algunas áreas de la actividad productiva que son altamente rentabilizadas a través del trabajo de ingenieros, diseñadores, y otros profesionales y técnicos de alta calificación.

Según apunta Marini, existen diferentes maneras de hacer productivo el capital, y por esto no debe hacerse referencia únicamente al ámbito fabril. En la circulación, las actividades de publicidad, ventas, transporte, son actividades que ayudan a la realización de las ventas programadas, además de evitar que estas se deterioren o se desvaloricen por alguna otra razón.

De hecho, las necesidades que ha tenido el capital a escala mundial, de generar inversiones en otros paises en condiciones más favorables que en sus propias economías, en aquellos procesos que involucran compras de servicios a otras empresas; no se pueden poner en duda como mecanismos que contribuyen a la reproducción a escala ampliada. Los nuevos proyectos logísticos que se realizan en Centroamérica como parte de una agenda de políticas publicas, tienden a fortalecer esta gama de servicios de transporte y almacenamientos necesarios para la circulación libre de mercancías. Todo esto genera ganancias en tiempo, precios, se evita la pérdida por incumplimiento de garantías, seguros, etc.

Lo importante es distinguir que el trabajo de Marx no es corto de alcance, más bien enfatiza en que debe tenerse cuidado en la definición de trabajo productivo para evitar que las trabajadoras y trabajadores explotados en las nuevas formas y patrones de acumulación se queden fuera del análisis de la clase obrera.

Sobre Trabajo asalariado y capital de Karl Marx

Escrito en 1849, el documento es el resultado de la sistematización de las ideas de las conferencias que Marx dictó en 1847. El método de exposición de Marx permite que este comience en el ámbito de la circulación, es decir, con los movimientos aparentes en el mercado de trabajo. Sin embargo, de lo que se trata es de establecer la relación económica entre el trabajo asalariado y el capital. La primera idea que resulta del mismo título radica en que el capital presupone el trabajo asalariado, y este, el capital. Ambos se condicionan y se engendran recíprocamente.

El salario como valor de reproducción de la fuerza de trabajo. Marx establece una diferenciación entre trabajo y fuerza de trabajo que no posee la economía liberal. Mientras la fuerza de trabajo se muestra como la capacidad del obrero para trabajar, el trabajo es el ejercicio de estas facultades, la actividad creadora del ser humano.

Si la fuerza de trabajo es una mercancía, se asume que por su uso se paga un precio (cosa que sucede únicamente en el capitalismo); asimismo puede establecerse que el salario es el precio de la fuerza de trabajo, la expresión monetaria de su valor de cambio.

El valor de cambio del trabajo establece la relación entre las horas de trabajo y las mercancías que el obrero necesita para vivir. El salario es esto mismo, pero expresado en dinero. El salario es, desde el punto de vista del capitalista, un costo. El empresario compra las mercancías que utiliza como medios de producción, entre estas, la fuerza de trabajo. El obrero la vende como medio de vida.

El valor de uso de la fuerza de trabajo viene dado por su consumo productivo, a partir del tiempo de trabajo del obrero que es apropiado por el capitalista y puesto a su disposición para generar valor. En el proceso productivo, el trabajo vivo del asalariado sirve como medio para conservar y aumentar su valor de cambio (Marx, 1849). Esto se realiza a través de la incorporación de trabajo no pagado, trabajo generador de un tipo de valor: plusvalor.

La plusvalía es la expresión monetaria de este trabajo impago. Más tarde, en el Libro I de El Capital, Marx enuncia:

El capital, por tanto, no es sólo la posibilidad de disponer de trabajo, como dice Adam Smith. Es, en esencia, la posibilidad de disponer de trabajo impago. Todo plusvalor, cualquiera que sea la figura particular ganancia, interés, renta, etc. en que posteriormente cristalice, es con arreglo a su sustancia la concreción material de tiempo de trabajo impago. El misterio de la autovalorización del capital se resuelve en el hecho de que éste puede disponer de una cantidad determinada de trabajo ajeno impago (Marx,1868).

Es el salario, entonces, la remuneración a la fuerza de trabajo, mientras que la plusvalía es el valor creado por este trabajo no pagado, que es apropiado por el capitalista. Ahora bien, si el salario está determinado por su coste de producción, lo importante es que el asalariado tenga una cantidad de dinero que le permita comprar las mercancías mínimamente necesarias para su supervivencia y para que este regrese a su lugar de trabajo al día siguiente. Es decir, lo que se busca es la minimización de costos por parte de los empresarios.

El salario como valor total del trabajo y productividad.

Lo anterior riñe con la concepción de la economía liberal de considerar el salario como remuneración justa a uno de los factores, el trabajo; no se toma en cuenta la extracción de plusvalor ya que no se integra al análisis la categoría fuerza de trabajo.

Marx acota que el capital subordina al trabajo y ordena la forma en que este lo revalúa y acrecienta. El obrero está interesado en que se incremente el capital, en el sentido de que esta relación es la única manera de subsistir, puesto que no posee medios de producción para hacerlos valorizar a través del proceso productivo. Además necesita hacer atractivas sus horas de trabajo en relación a las que pudieran ofrecer los otros obreros, y por lo tanto, coincide en querer hacer crecer la magnitud de la riqueza del capitalista.

Sin embargo, la productividad que va ganando con el tiempo, la educación, el aprendizaje del obrero en su relación con la sofisticación tecnológica del proceso productivo; solamente conduce a la disminución de su salario relativo, a su desventaja en relación a los propietarios del capital. En este sentido, el análisis ilusorio de que al incrementar la riqueza del empresario, el obrero sería beneficiado de la misma manera con incrementos en su bienestar, no se da y si se da, el incremento no equivalente a las mejoras en la calidad de vida hasta suntuaria de los propietarios.

Esto puede ser visible cuando se estudia en un periodo largo de tiempo, en las matrices insumo producto de los países, los indicadores de remuneración a los trabajadores y excedente bruto de explotación. Ambas categorías son componentes de una sola riqueza generada, por tanto, al incrementar una cuenta, disminuye en otra. De igual forma esta relación puede verse dentro de la misma ecuación de beneficios capitalista, el cual mantiene relación inversa con los costos, para este caso, los laborales.

Además al crecer el capital productivo, se incrementa la competencia dentro de la industria, disminuyen los precios y esto hace necesaria la disminución en los costos de producción. Muchas veces esta necesidad se satisface mediante la división del trabajo y el uso mayor de maquinaria, con lo cual se hace más productivo el trabajo. Esto quiere decir que el trabajo vivo, actúa de una manera más eficiente sobre el trabajo muerto, valorizándolo.

Una mayor división del trabajo permite a un obrero realizar el trabajo de cinco, diez o veinte; aumenta, por tanto, la competencia entre los obreros en cinco, diez o veinte veces (…) Además, en la medida en que aumenta la división del trabajo, este se simplifica. La pericia especial del obrero no sirve ya de nada. Se le convierte en una fuerza productiva simple y monótona (…) cuanto más sencillo y más fácil de aprender es un trabajo, cuanto menor coste de producción supone el asimilárselo, más disminuye el salario (Marx, 1849).


Valor de la fuerza de trabajo, salario y fluctuaciones

El valor de la fuerza de trabajo es, como se ha dicho, el valor de los bienes y servicios necesarios para la subsistencia del obrero (y su familia, según Marx). El salario, que es el precio de esta mercancía, está sujeto a la influencia de la oferta y la demanda. Como sabemos, en mercados competitivos, ante una oferta insuficiente para abastecer la demanda, se incrementan los precios de las mercancías. De la misma forma, al reducirse la demanda y crecer la oferta, los precios se ven disminuidos por la competencia que implica enfrentar las mercancías ante la posibilidad de su realización. Dentro de los vendedores y dentro de los compradores, también se da competencia y aventajamiento de unos a los otros. Este mecanismo de fluctuación y constantes desajustes no deja de evidenciarse en el mercado de trabajo.

Lo crucial de la mercancía que analizamos es que esta necesita un mínimo para subsistir, si no el asalariado muere, y eso lo empuja a subordinarse al capitalista. Ahora bien, el salario puede incrementarse nominalmente. Un ejemplo puede ser cuando los gobiernos deciden hacer aumentos al salario mínimo, los cuales no son suficientes para compensar el incremento generalizado de los precios, es decir que estos no son coherentes ni siquiera con las tasas de inflación que presentan las economías. Esta relación implia menos bienes y servicios a disposición de la clase trabajadora para una vida digna.

El caso contrario, que los salarios nominales aumenten mas que los precios, o que los precios disminuyan, crearía condiciones favorables para la clase obrera. Sin embargo, este es nada más un ejercicio de imaginación, puesto que va contra la lógica del sistema.


miércoles, 15 de julio de 2009

Sobre Crisis y emergencia de nuevos modelos productivos de Julio César Neffa

El advenimiento de nuevos paradigmas productivos tiene a la base múltiples factores económicos y extraeconómicos que confluyen para dar cabida a otras formas de gestión y producción. El documento base para este informe tiene como premisa el agotamiento, ya en la década de los años setentas, del modelo taylorista-fordista, y la conformación de nuevos modos de pensar la actividad productiva dentro de las empresas.

Fordista

Posfordista

Neoliberal

Neoschumpeterianos

Democracia industrial

Especialización flexible

Producción magra

Organización altamente jerárquica

Disminución e individualización de los salarios directos e indirectos.

Desarrollar los sectores vinculados con las tecnologías de información y comunicaciones.

Formas tradicionales de control, obsoletas.

Pequeñas empresas y nuevas formas de coordinación.

Organización interna cooperativa y descentralizada. La organización jerárquica se comprime.

Productos homogéneos

Movilidad de la mano de obra.

Se destaca, como en Schumpeter, el papel de los empresarios innovadores.

Debe existir apertura a la iniciativa y creatividad de los trabajadores.

Pequeñas series de productos heterogéneos.

Producción flexible en cuanto a cantidades y variedad.

Demanda grande, rígida y de bienes durables.

Progreso técnico aumenta la productividad.

Es necesario innovar para activar las inversiones y la productividad.

Descentralización del poder y coordinación horizontal.

Demanda segmentada e inestable.

Mínima o nula autonomía de los trabajadores

El trabajo es considerado mercancía.

Articulación del campo tecnológico y científico con las instituciones.

Construcción de una cultura de empresa.

Mas confianza en la creatividad y competencia de los trabajadores.

Equipos de trabajadores polivalentes. Ingeniería simultánea.

Búsqueda de la promoción dentro de la empresa. Gran lealtad.

Tecnología con alto grado de mecanización. Maquinaria estandarizada.

Contexto de apertura y liberalización. Se desmantela el estado interventor.

Se consideran medulares los procesos de aprendizaje, adaptación y difusión de las innovaciones.

Mayor grado de calificación

Nuevas tecnologías informatizadas

Just in time,KAIZEN, Chido Ka, Kan Ban.

Contratos estables

Flexibilización y precariedad laboral.

Distribución del ingreso compatible con el origen de productividad.

Reducir el tamaño de las instalaciones y la cantidad de asalariados.

Predominio del trabajo a tiempo completo, donde se destacan; salario base, salario extra, primas anuales, prima al terminar la vida activa.

Severa selección del personal.

Especialización laboral

Contexto de estabilidad macroeconómica.

Cooperación

Polivalencia

Integración vertical dentro de la misma empresa

Economías de variedad gracias a esta coordinación vertical y horizontal a través de empresas del mismo tipo.

Grandes stocks de materias primas e intermedios.

Just in time, para reducir inventarios de materias primas e intermedios.

La producción estaba determinada desde arriba.

La producción determinada por consumidores exigentes que buscan calidad.

Producción determinada desde abajo.

Necesitaba un Estado providencia.

Aplicación de medidas desreguladoras de la economía.

Alta intervención del Estado o municipio

El fordismo

El fordismo es presentado, entonces, como un modelo que se estableció para dar respuesta a un contexto de demandas rígidas y grandes, crecimiento sostenido, gustos homogéneos, urbanización e industrialización de los países. Sin embargo, mantener dicho modelo dentro de las empresas implicó la insatisfacción de los trabajadores y la incorporación de costos ocultos (ausentismo, sabotajes, etc.). Esto se debe a que cuando surgió, este paradigma contaba con mano de obra masiva y poco calificada. Ahora, la nueva mano de obra disponible cuenta con mayor calificación y por tanto, mayor deseo de participación, comunicación, aprendizaje y cooperación con sus compañeros. Asimismo, la concepción repetitiva e impuesta del trabajo presenta limites respecto la salud física y mental de los trabajadores.
Por otro lado, el fordismo planteó demasiadas rigideces en el aspecto técnico-productivo. La elevada mecanización, los altos costos para cambiar un modelo, y la complejidad burocrática, hacen más lentas las respuestas ante situaciones adversas o mecanismos estratégicos de diversificación. De esta forma se disminuye la capacidad de las empresas de responder a las crisis estructurales o a shocks de demanda.
La baja productividad derivada de la excesiva mecanización y de los factores anteriormente expuestos, repercuten en el desempeño económico de la empresa, y consecuentemente en la economía en general. Siendo así que pronto se van presentando mermas en las ganancias empresariales, disminución en la inversión y como efecto, la desocupación.
De la misma forma, el límite encontrado en la poca valoración de las potencialidades del trabajo humano, el autoritarismo y las rutinas intensas y la velocidad impuesta desde la planificación de la empresa, es importante para la determinación de un modelo o paradigma de producción. El trabajo es visto desde la perspectiva fordista como la "maquinización" del ser humano.

El posfordismo

Las alternativas propuestas ante la crisis del modelo fordista, tienen como común denominador la flexibilidad. Esta puede ser entendida como una manera de integrar e implicar más al trabajador en las actividades de la empresa, como en el modelo basado en la empresa japonesa; o puede tender a la desregulación salarial y al desmantelamiento de la protección social, como en el modelo neoliberal. Sin embargo, cada una presenta particularidades que merecen ser explicitadas a continuación.

Modelo neoliberal. El principal error del modelo neoliberal es suponer que todo, incluyendo el trabajo, debe ser sometido al único arbitraje del mercado. Descuida que, yendo más allá de las fallas del mercado, la relación entre empresas, trabajadores, capitalistas, proveedores, clientes, etc. se presenta de manera asimétrica; lo cual coloca en franca desventaja a ciertas iniciativas individuales respecto a otras.
Esto, en un contexto de liberalización comercial, financiera, ajustes fiscales sesgados, poca institucionalidad y altos grados de corrupción, entre otros problemas, conduce a mayor acumulación de capital y contracción de la demanda.
Desde un punto de vista técnico laboral, este modelo tiende, al igual que el fordismo, a la insatisfacción e inseguridad de los trabajadores y a niveles altos de rotación de mano de obra. El poco compromiso de la empresa con el trabajador puede desincentivar y reducir la productividad y la inseguridad, truncar los procesos de aprendizaje y adaptación de tecnologías.

Modelo neoschumpeteriano. A pesar de ser un modelo que toma en cuenta el carácter cíclico de la economía, otorga demasiada importancia al cambio tecnológico y a las regulaciones institucionales, descuidando otras esferas. Una debilidad grande es que retomar dicho enfoque para cualquier economía es extrapolar una visión parcial del proceso productivo. Además no explica mucho acerca de la regulación del mercado de trabajo.

Democracia industrial. La democracia industrial permite ciertos cambios respecto a la autonomía del trabajador y el reconocimiento a su esfuerzo. Ahora bien, los mecanismos de control aparecen como responsabilidad de todos y disminuye de esta manera los costos de control. La descentralización y la coordinación horizontal fortalecen su capacidad de reconvertir procesos que lleguen a resultar obsoletos y es una manera de someter al personal a un aprendizaje continuo. De esta manera la cooperación de los trabajadores está al servicio de la productividad y la rentabilidad.

La especialización flexible. Este modelo productivo presenta flexibilidad no solo en el ámbito organizacional, sino en la articulación entre empresas. Promueve la participación local de conglomerados y la diversificación productiva, y exigiría fuerza de trabajo altamente calificada.
Este modelo presenta la debilidad de descuidar la heterogeneidad característica de las economías, sobre todo las latinoamericanas, y permitir mecanismos de subsunción de empresas pequeñas especializadas en algunas etapas de la producción, a otras más grandes vinculadas globalmente.

La producción magra. La producción magra nace básicamente como alternativa de las empresas líderes en el proceso de industrialización anterior, es decir, empresas grandes y consolidadas internacionalmente. Difícilmente este modelo puede ser extrapolado de una manera pura hacia otros contextos, sobre todo, por las diferencias culturales, institucionales y macroeconómicas de los países.
La alta tecnología, el aprendizaje y la formación del personal, la capacidad de responder "justo a tiempo" a la demanda, y de articularse internamente de la misma manera, y sobre todo, el mantenimiento de una planilla fija con los beneficios salariales ofrecidos por estas empresas, son condiciones que no pueden ser cubiertas por una empresa pequeña o incluso, mediana.

Tal como lo enuncia Neffa, los modelos anteriores presentan ventajas y desventajas y lo importante a este respecto, es que desde cada país pueda pensarse y repensarse la posibilidad de crear modelos que nazcan desde sus propias necesidades.